Desde 2017, Dragana es el alma de Vegan 365 Kitchen, un negocio local y familiar que demuestra que la sostenibilidad puede ser sabrosa y accesible. Lo que empezó como un compromiso personal con una alimentación ética se ha convertido en una cocina vegana de referencia que ofrece platos 100 % vegetales, elaborados con cariño y con ingredientes de proximidad.

Al colaborar con agricultoras y pequeños negocios locales, Vegan 365 Kitchen no solo garantiza comidas frescas y saludables, sino que también apoya la economía local y fomenta el respeto por el medioambiente. Su cocina cuenta una historia de comunidad, cuidado y decisiones conscientes. Pero su compromiso va más allá de la comida. Dragana y su equipo están profundamente implicados en reducir su impacto ambiental y el desperdicio alimentario. Una de sus iniciativas clave es el uso de tarros reutilizables para el envasado, lo que impulsa una economía circular, reduce significativamente los residuos de un solo uso e invita a la clientela a ser parte de la solución. Elegir productos y servicios locales no es solo una cuestión de consumo, sino una forma poderosa de generar un impacto positivo que se extiende por todo el entorno. Al apoyar a negocios y productoras locales, se estimula directamente la economía del territorio, se generan empleos cercanos y se refuerza el bienestar de las familias. Esto no solo tiene efectos económicos positivos, sino que fortalece los lazos comunitarios. Además, optar por lo local tiene ventajas ambientales evidentes: se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero al evitar transportes de larga distancia, disminuye la contaminación y se reduce la huella de carbono. Menos camiones en carretera significa aire más limpio y barrios más saludables. Y el impacto va aún más allá. Las relaciones locales generan confianza y resiliencia, fomentando la colaboración, el apoyo mutuo y el compromiso compartido con la sostenibilidad. Ese sentido de pertenencia permite a las comunidades afrontar mejor los retos, adaptarse con mayor facilidad y avanzar unidas. Las economías locales también suelen ser espacios de innovación sostenible. Los pequeños negocios tienen más flexibilidad para probar materiales ecológicos, técnicas de reducción de residuos o modelos de economía circular que, muchas veces, las grandes empresas no se plantean.

Lo más importante es que consumir productos locales transforma nuestra forma de entender el consumo: nos hace reflexionar sobre el origen, el valor y el ciclo de vida de lo que usamos cada día. Nos anima a alejarnos de una cultura de usar y tirar y a adoptar decisiones más conscientes, que tengan en cuenta a las personas, los territorios y el planeta. Así, cada compra local se convierte en un gesto de cuidado y compromiso, sembrando las bases de un futuro más verde, justo y cohesionado.

“Green is Easy” es una asociación a pequeña escala entre Grecia, España y Macedonia del Norte, formada por entidades con distintos niveles de experiencia en el marco de la Acción Clave 2 (KA2). El proyecto busca luchar contra el cambio climático y sensibilizar sobre la sostenibilidad ambiental, rompiendo con la idea de que aplicar prácticas ecológicas es algo difícil. Está cofinanciado por la Unión Europea.