Andrej es una pieza clave en Sunilens, una empresa con más de 25 años de experiencia en la industria alimentaria de Macedonia del Norte. Aunque su actividad principal es el comercio de materias primas y productos semielaborados para uso industrial, Sunilens también ha apostado por algo más. Algo verde.
La empresa ha dado un paso más allá del negocio y ha incorporado la sostenibilidad mediante la recogida de aceite usado. Han puesto en marcha un sistema sencillo pero muy efectivo: cualquier persona puede llevar el aceite de cocina que le sobra (el que queda tras freír, por ejemplo) y depositarlo en contenedores específicos. A partir de ahí, Sunilens se encarga de todo.
Ese aceite no se tira ni se vierte por el desagüe. En su lugar, se recoge y se recicla para convertirse en biodiésel, una fuente de energía renovable y más limpia que sirve para alimentar vehículos y maquinaria, y que contribuye a reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
Este pequeño gesto tiene beneficios enormes para las personas y el planeta. Evita la contaminación de aguas, suelos y sistemas de alcantarillado, y protege el medioambiente frente a daños tóxicos a largo plazo. Transforma un residuo en energía limpia y útil, dándole una segunda vida a un producto que normalmente se desecha. Así, se impulsa una economía circular, en la que los recursos no se desperdician, sino que se reutilizan una y otra vez de forma sostenible.
Este cambio también favorece la independencia energética, al reducir la necesidad de importar combustibles fósiles y fortalecer la seguridad energética a nivel local. Y, lo más importante, protege la salud pública y los ecosistemas, al evitar los efectos nocivos que puede tener desechar el aceite de forma incorrecta (demostrando que incluso las acciones más pequeñas pueden generar un impacto real y duradero).
Recoger y reciclar el aceite usado es una acción sencilla que puede marcar la diferencia. En lugar de acabar en la basura o por el fregadero, este residuo se convierte en parte de la solución. Y Andrej, junto al equipo de Sunilens, está haciendo posible esa transformación botella a botella.
La historia de Andrej y Sunilens encaja a la perfección en el marco de Green is Easy, un proyecto a pequeña escala que conecta a entidades de Macedonia del Norte, Grecia y España. Aunque cada socia aporta una experiencia distinta, todas comparten un objetivo común: demostrar que vivir de forma sostenible no es tan complicado.
“Green is Easy” es una asociación a pequeña escala entre Grecia, España y Macedonia del Norte, formada por entidades con distintos niveles de experiencia en el marco de la Acción Clave 2 (KA2). El proyecto busca luchar contra el cambio climático y sensibilizar sobre la sostenibilidad ambiental, desmontando la idea de que aplicar prácticas ecológicas es algo difícil. Está cofinanciado por la Unión Europea.