Hola a todos!
Me llamo María y he sido una de las seis participantes que han representado a España en el intercambio juvenil “Oh my sugar” que tuvo lugar en Polva, Estonia. Aunque dudosa al principio por no saber exactamente de qué iba la cosa, sin duda no me arrepiento. No solamente por el tema sobre el que hemos trabajado durante la estancia: el azúcar y sus riesgos, el cual hoy en día cobra más importancia en nuestra sociedad, sino también por la gente con la que te rodeas.
Es una experiencia que te permite conocer gente de muchos países diferentes así como integrarse en sus culturas. Te da la oportunidad de practicar, si o si, el inglés, de visitar nuevas ciudades, adquirir habilidades de convivencia, integración o liderazgo, pues éramos nosotros los mismos lo que realizamos las actividades. Durante la estancia, cada país tenía la tarea de preparar varias de las actividades propuestas; una manera para tomárselo en serio y adoptar una actitud participativa. Además de esas actividades, realizamos algunas excursiones a fábricas de mermelada y cerveza, una barbacoa en el campo o la búsqueda de comercios y productos no saludables por toda la ciudad de Tartu.
Obviamente era necesario seguir las costumbres de Estonia y con ello me refiero a no utilizar zapatillas dentro de casa, comer a la una o cenar a las siete o sus famosas saunas. Pero no solo aprendimos sobre Estonia sino también sobre el resto de países (Alemania, Italia, Bulgaria y Eslovaquia), pues cada noche se realizaba una noche intercultural donde cada grupo exponía sus costumbres y comidas tradicionales.
Durante el proyecto nos dejaban bastante tiempo libre que utilizábamos para ir al lago, practicar cualquier tipo de deporte (pues el alojamiento se encontraba en un albergue rural dentro una estación de esquí) o alguna que otra visita a la tienda en busca de suministros para la fiesta de la noche.
Si tuviera que decir algo malo, sería el tiempo tan cambiante y alguna que otra actividad más pesada. Pero aún así, la gente que conoces y la experiencia merecen la pena.