Experiencia de Marcos

Ankara, 05-13 agosto, 2017

No era la primera vez que estaba en Turquía. La última vez que estuve allí era febrero y sólo pude visitar Estambul. Di por hecho que conocía gran parte de la cultura turca y comencé la aventura con la seguridad de no encontrarme sorpresas.

A las pocas horas de llegar a la capital turca, me sorprendió la escasa presencia de turistas internacionales. A diferencia de Estambul, el motor de la economía de la ciudad no era el turismo y debido a ello se podían observar unas costumbres menos europeizadas, más auténticas.

Junto con mi compañera de viaje y de proyecto, recorrimos la ciudad y disfrutamos del patrimonio histórico y cultural que ofrecía. Los primeros días me quedé en un hostal. Como mencioné antes, no había gran presencia de turistas extranjeros por lo que la mayoría de huéspedes eran de ese mismo país. Allí conocí a un personaje un tanto peculiar. Era turco y al parecer había vivido hace unos años en la ciudad. Tras una corta charla con él, decidí acompañarlo a un pub y conocer de primera mano una típica noche turca. Me sorprendió lo amigables y cercanos que son los turcos.

Después comenzó el proyecto. Nos alojamos en un hotel de 4 estrellas, con todo pagado. Nos quedábamos cada uno en una habitación compartida con otras dos personas. Yo me quedé con un compañero español y un estonio (en otros proyectos que he estado han establecido las habitaciones para que estén personas de distinta nacionalidad para favorecer el intercambio cultural, aunque esta vez no fue así). La comida estaba bien, aunque a veces resultaba muy picante. Servían sopa todos los días.

La temática del proyecto era la promoción del emprendimiento juvenil. El tema me interesaba tanto a modo personal como para poder ayudar a los jóvenes a conseguir desarrollarse en este ámbito y poder lograr sus objetivos. Tenía una base práctica, algo adecuado para un proyecto de estas características. Si he de poner algún “pero” lo pondré al hecho de que al tener una base práctica, con un contenido teórico un poco flojo (en mi opinión), depende en gran medida de la implicación de los miembros del proyecto, así como su conocimiento inicial sobre el tema. Aun así, valoro el esfuerzo de los organizadores en intentar enseñarnos la teoría por medio de conferencias dadas por distintas personas del sector, cualificadas en cuanto a conocimientos.

El contenido del programa estaba enfocado a la realización de una “empresa” provisional para la venta de jabones, velas y piedras, previamente creadas por nosotros, en un bazar local de la zona. Sin duda una manera curiosa de enfoque que nos permitió conocer más sobre la realidad económica turca, sobre la facilidad de transformar las ideas en realidad y sobre las distintas dificultades que puedan aparecer en el camino a la hora de crear una compañía que sea viable.

Los países que participaron en el proyecto fueron Rumanía, Croacia, Estonia, Hungría, Turquía y España. Entre todos pudimos compartir un pedacito de cultura de nuestra región, tanto por las noches culturales como por el intercambio de experiencias en los momentos que podíamos charlar. Aprendí distintas cosas de cada uno de ellos. Al final se creó un grupo muy bueno, sobre todo hubo una conexión croata-turca-española muy interesante.

Una de las primeras noches fuimos a un festival, para todas las edades. Nada más entrar había una especie de presentación de lo que parecía ser chatarra de coches. Para mi sorpresa, se trataba de una exposición de los atentados ocurridos en Ankara en los últimos años. Aún sigo  sin entender completamente el motivo. Había material y equipamiento de bomberos de muestra, con juegos y actividades lúdicas, por lo que supuse que se trataba de alguna promoción de estos cuerpos de seguridad, pero como dije, me pareció chocante lo que vi. En dicho festival vimos un concierto de uno de los intérpretes más conocidos de Turquía. La gente coreaba la canción, y yo, junto con mis compañeros de proyecto, escuchaba, bailaba y admiraba el espectáculo. El resto de noches las disfrutamos en distintos pubs, bebiendo, fumando cachimba (típica en Turquía) e intercambiando experiencias y risas con los demás.

A mitad del proyecto visitamos el mausoleo dedicado a su héroe nacional, Ataturk. El hombre al parecer era un genio, no dormía apenas, consecuencia de un trastorno, y leía todo el rato. Fue un oficial que dirigió e hizo posible la independencia de la república de Turquía. Consiguió grandes logros y era apreciado por el país. Esto se podía ver reflejado en todas las banderas que ondeaban en las terrazas de las casas, ya que en la mitad de ellas se podía apreciar su figura.

El proyecto terminó tras 8 días. Cumplimos los objetivos, aprendimos, crecimos personal e intelectualmente y nos llevamos el placer de haber compartido grandes experiencias con grandes personas.

¿Que si recomiendo este proyecto? Mil veces sí. Basta con salirse de la zona de confort, tener una actitud positiva y abierta y el resto es disfrutar, “going with the flow”. No hay nada más enriquecedor que visitar un país extranjero y disfrutarlo con gente local, además de con personas de otros países. Conversando o simplemente observando se pueden apreciar las distintas diferencias que constituyen el conjunto de la cultura de una región. Conoces mejor la esencia del ser humano, te descubres a ti mismo, tus gustos, tus costumbres, tu cultura. No creo que pueda plasmar todas las ventajas en palabras, es algo que todo el mundo debería probar y sacar sus propias conclusiones, así que animo a todo el mundo a empezar este tipo de aventura, sin duda no se arrepentirán.