No era la primera vez que salía fuera de España, pero sí era la primera vez que participaba en un proyecto ERASMUS+.
He estado viajando varios veranos a Newcastle para perfeccionar mi inglés. Mis estancias fuera del país solían ser de dos semanas. Es cierto que en estos proyectos conocía a mucha gente de varias partes del mundo, pero es una experiencia totalmente distinta a la vivida con un proyecto ERASMUS+.
En un proyecto ERASMUS+, todas las personas vamos a tratar un tema en común. En mi caso, fue el PRIDE, en Viena. El hecho de tratar un tema en común en este proyecto, hace que todas las personas que nos vayamos a reunir llevemos muchas preguntas preparadas, dispuestos a conocer cómo se aborta la temática en otros lugares del mundo, y sobre todo, a compartir nuestras propias experiencias.
En un proyecto ERASMUS+, el idioma es algo secundario, como podría serlo en un viaje cualquiera. En un ERASMUS+, lo principal es crear nexos entre culturas, poder compartir vivencias y crear un clima seguro donde poder expresarse libremente, ya que todas las personas que participan, tienen un objetivo o tema en común.
Lo que más destacaría, sin duda, de esta experiencia, ha sido la posibilidad de crecer tanto personal como profesionalmente. La experiencia ERASMUS+ no solamente te ofrece la oportunidad de conocer otras culturas y otra gente, sino que además te brinda la posibilidad de abrirte camino académica y profesionalmente. Tuve la genial experiencia de dar una charla TEDx, y a partir de esta charla, he tenido la gran oportunidad de seguir colaborando con TED.
Lo mejor, sin embargo, fue poder ver a Conchita Wurst y a The Weather Girls en primera fila. Y lo mejor de lo mejor, fue que las vi en el PRIDE, con todas las demás personas que participaron en este proyecto, en un clima de seguridad, donde lo más importante no es el idioma, sino los vínculos que se crean.
Sin duda, recomiendo este proyecto, ya que ha sido una experiencia muy gratificante para mí como persona, y para mí a nivel académico. Sin duda, repetiría.