Experiencia de Javi, Viena, 2018

Aunque me parece imposible resumir en un breve texto todas las experiencias y sensaciones vividas durante el proyecto ‘P.R.I.D.E.’, desarrollado durante una semana en Viena, al menos quiero intentar transmitir qué ha supuesto para mí. Soy consciente de que cada persona y cada proyecto son únicos, por lo que mi experiencia no tiene por qué ser extrapolable. En cualquier caso, ahí va mi aventura personal.

Incluso cuando no había acabado el proyecto, ya empecé a reflexionar sobre cómo, de una acción tan ‘random’ como ver una publicación en Facebook promocionando dicha actividad, podía haber acabado resultando en un regalo tan grande. Sí, un regalo. Porque, para mí, poder formar parte de este proyecto ha sido un inmenso y único regalo, que es incalculable pero que tiene un inmenso valor.

En este caso en concreto, el proyecto estaba centrado en la temática del colectivo ‘LGTBIQ+’ por lo que yo, como miembro de este colectivo – algo que no es en absoluto imprescindible, pues se trata de un proyecto inclusivo y no excluyente -, mostré un gran interés desde el primer momento. Además, esto hizo que mis expectativas fuesen muy altas. Pero, por muy altas que fuesen las expectativas, la realidad las superó con creces.

Desde el minuto uno, incluso antes de llegar al destino, el hecho de conocer a las personas que me acompañarían como parte del grupo enviado por ‘Las del Tul’ ya fue algo muy bonito. Todos éramos, somos, tremendamente diferentes, pero lo más importante era que teníamos un interés común; así como la voluntad de exprimir al máximo la experiencia y de dar lo mejor de cada uno de nosotros.

Una vez allí, cuando vas conociendo a las personas – todas únicas en la diversidad – y averiguando las distintas dinámicas y actividades que íbamos a desarrollar, fui reafirmando mi certeza de que esos días allí iban a ser inolvidables, por lo que tenía que hacer todo lo posible por empaparme al máximo de todo lo que estaba a mi alrededor.

Sin duda, creo que una de las cosas que ayudó a que todo marcharse genial desde el primer momento fue la actitud de los participantes y de los organizadores. En todos ellos era evidente su actitud abierta y desprejuiciada, dispuesta a conseguir que aquellos días fuesen recordados como una experiencia vital, digna de recordar e incluso capaz de marcarnos por mucho tiempo. Al menos, en mi caso así ha sido.

No tendría demasiado sentido tratar de enumerar todo el ‘planning’ que seguimos, ni ir explicado todas las distintas actividades, pero, de forma general, toda la organización me pareció estupenda. Había espacios para la reflexión, para el trabajo en equipo, para compartir ideas y para pasarlo bien.

Como decía al principio, me encuentro limitado y sesgado por mi experiencia personal. Por supuesto, hay muchas más cosas dentro de mí, y podría estar escribiendo durante páginas y páginas. Sin embargo, sí que hay algo que puedo hacer y es animar a todas las personas que lean esto a que se lancen – sin dudarlo – a formar parte de este tipo de proyectos.

Creo que, demasiado a menudo, la gente no suele ser muy consciente de oportunidades como esta. Yo, sin ir más lejos, en cuanto supe del proyecto lo primero que pregunté fue: ¿pero esto es real?, ¿de verdad tengo esto al alcance de mi mano? Y, en serio, no sabéis cuánto está suponiendo para mí.

Así que, por favor, insisto, lanzaos a vivir estas experiencias, estad abiertos a aprender cosas nuevas, sed proactivos y estad dispuestos a entregar lo mejor de vosotros mismos – que es mucho más de lo que solemos pensar – y, en definitiva, atreveos a vivir. Porque vida solo hay una y se llena de las cosas inesperadas.